Las personas gozosas no necesitan contar chistes, reírse a carcajadas, ni siquiera sonreírse. No son necesariamente personas con una visión optimista de la vista, capaces de relativizar siempre la seriedad de un momento o de un hecho. No, las personas gozosas ven con los ojos abiertos la dura realidad de la existencia humana, pero no se sienten prisioneras de ella. No se hacen ilusiones acerca de los poderes del mal que rondan a nuestro alrededor <<buscando a quien devorar>> (1 Pe 5, 8), pero también saben que la muerte no es el final de todo. Sufren con los que sufren, pero no se quedan anclados en el sufrimiento. Apuntan, por encima de esa realidad, hacia un gozo eterno.
Henri J. M. Nouwen

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