Jesús se da. Se nos da. Y esto sucede justamente porque Jesús es Dios. Él es el "Dios con nosotros", el que optó por abajarse hasta ponerse tan cerca de nosotros como nadie lo estuvo nunca antes. Jesús es el que decidió “amarnos hasta el extremo y quedarse a nuestro lado hasta el fin de los tiempos".
Este Jesús que se dona a sí mismo mora en nosotros, habita nuestra historia y nuestro presente. Ama nuestra condición de seres humanos y, precisamente, porque nuestra “humanidad” no le resultó indiferente es que la asumió, la disfrutó y la padeció. Por eso mismo es que tan bien nos conoce y comprende. Su alegría es, sin dudas, que nosotros encontremos la alegría en Él.
@Ale Vallina

Imagen tomada de la web

Comentarios