Estas son las preguntas que cada uno debe plantearse: ¿conozco a Jesucristo? ¿Lo conozco verdaderamente? ¿Lo conozco bastante? ¿Cómo podría conocerlo mejor? Nadie puede responder de manera satisfactoria a estas preguntas, no sólo porque elconocimiento de Cristo plantea tales problemas y supone tales profundidades que sólo la ignorancia, y no la inteligencia, puede pretender tener una idea satisfactoria de Cristo, sino también porque cualquier progreso realizado en el conocimiento de Cristo, en lugar de calmar nuestra sed de conocimiento, la hace más viva. La experiencia de quienes estudian, y todavía más la de los santos, está ahí para enseñárnoslo.
Papa Pablo VI

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