No necesito correr desesperadamente, Señor,
para querer encontrarme contigo.
No necesito mover todas las piedras
para reconocer tu presencia.
No necesito los grandes movimientos interiores
para saber que te haces presente.
No necesito inquietarme y preguntarme:
¿Dónde estás Señor? Para querer encontrarte.
Solo necesito saberme delante de ti,
creatura tuya y saber que ¡aquí estoy, Señor!

Pablo González, sj

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