Cuando sea tentado por el hambre, no me dejes caer en soluciones fáciles. No a la gula, no a la pereza, no a la vida cómoda y satisfecha. Dame sólo el pan nuestro de cada día. Cuando sea tentado por la fama, no me dejes caer en la soberbia. No a la imagen, no al orgullo, no a una vida ambiciosa y fácil. Dame sólo la grandeza de tener hermanos y Padre. Cuando sea tentado por el poder, no me dejes caer en sus redes. No al uso de su fuerza, no al dominio, no a una vida arrogante y prepotente. Dame sólo el gozo del servicio humilde. Cuando sea tentado por lo que sea, no me dejes solo con mi pena ni con mi osadía. Y aunque no te lo pida, ni haya apreciado tu ejemplo y propuesta, dame tu segura compañía para andar por la vida. Y mientras caminemos por el desierto, que tu Espíritu, sólo tu Espíritu, me empuje y guíe a los corazones y a los oasis en los que Tú estás presente, aunque no lo invoque. ¡No me dejes caer en estas ni en otras tentaciones! 

 Florentino Ulibarri

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