Me maravillo al imaginar la capacidad de escucha que poseía Jesús y que lo hacía estar atento a todos los que se encontraban en su camino. Escuchaba con los oídos pero sobre todo con su corazón. Escuchaba lo que le manifestaban con palabras y también lo que sus interlocutores callaban. Pero fue fundamentalmente un Hombre que escuchó con atención la voluntad del Padre e hizo lo que Dios deseaba...
En muchas ocasiones le ruego a Jesús que me regale tan siquiera un puñadito de su capacidad de escucha. Y en mi alma recreo la escena del sordomudo que se encontró con Él. Entonces me le acerco para que me imponga las manos y lave mis oídos con su saliva. Y necesito que tal cual como con el sordomudo me diga: "Efatá" (Ábrete) y pueda escucharlo en todo y en todos...
@Ale Vallina

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