Es innegable que cuando sorteamos dificultades y nos sobreponemos a ellas. Cuando a pesar del dolor o del cansancio, decidimos levantarnos y continuar el camino. Cuando la vida no nos sonríe pero nosotros sí le sonreímos a ella. Cuando elegimos ver el vaso más lleno que vacío, a pesar de las contrariedades….es porque “tomamos” la fuerza que Dios nos ofrece y la llevamos a cada una de las células de nuestro ser para que nos restaure.
Cuando esto acontece, con cada hálito de respiración decimos “sí” a la fuerza divina y ya no aparentamos fortaleza, sino que somos impulsados por Aquél desde el que nos llega la vida.
@Ale Vallina

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