Un 20 de mayo pero de 1521, Ignacio de Loyola era herido gravemente en Pamplona por una bala de cañón en la lucha contra los franceses. Esta herida cambiaría “radicalmente su vida”.
Cuántas veces nos sucede a nosotros lo mismo que a Ignacio. Heridas, momentos duros, desgracias personales son transformadas por Dios, hasta acabar convirtiéndose en gracias de las que nutrirnos y nutrir a los hermanos.

Comentarios