Ignacio está convencido de la acción de Dios en este mundo. Él trabaja y habita en toda la realidad (la naturaleza, el hombre, la historia). Este Dios, que es Creador y Señor, puede ser “descubierto”, por medio de la fe, en todos los acontecimientos, en la vida diaria, en todo lo que hacemos. Mediante esta visión Ignacio rompe con esquemas dualistas (profano-sagrado, natural-sobrenatural, mundo-Dios), al mismo tiempo que propone ser contemplativos en la acción: expresión que nos ayuda a superar las polarizaciones en nuestra vivencia religiosa que, como humanos, tendemos a construir: ocuparnos de lo “espiritual” desvinculados de los problemas y retos del mundo actual (injusticia, pobreza, corrupción, entre otros); o, por el contrario, caer en un mero activismo irreflexivo que “saca” a Dios de la historia.
 Se trata, pues, de “ver a Dios en todas las cosas”, experiencia profunda que nos posibilita ofrecer una respuesta transformadora de realidades, vivencia de un Amor incondicional que invita a poner todas las capacidades al servicio de los demás.
Luis Alfonso González SJ

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