En el vestíbulo de una torre de oficinas, ubicada en una gran ciudad, el director de cierta empresa esperaba la llegada del ascensor a primeras horas de la mañana de un lunes gris. Al poco tiempo, entró una de las empleadas de la empresa y se puso a su lado tarareando alegremente una canción. El director, siendo como era de un talante bastante gruñón, se volvió hacia ella y le preguntó: —¿Qué le hace sentirse tan feliz un día como este? Pat, que así se llamaba la empleada, contestó con voz cantarina: —¡Nunca antes había vivido este día!
«Destellos de vida». De Hedwig Lewis, SJ.

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