No podemos esperar al niño que viene con la cara larga y con el ceño fruncido.
Tampoco podemos hacer de esta época tan hermosa  de Adviento, una carrera desenfrenada por  comprar y consumir regalos, comer desmedidamente  y adquirir todo lo que nos imponen desde las publicidades…
Adviento es otra cosa. Adviento es espera... silenciosa y alegre. Es oración confiada pues ya se acerca ese “bien”. Ya llega nuestro  Niño Dios…
En Adviento miramos con mucha ternura a María, la que espera serenamente y con confianza. La que se maravilla  con  esa vida pequeña que crece en su vientre… La que aguarda segura y fiel a que se cumpla lo que el Señor le ha prometido: un niño , hijo de Dios, al que pondrá por nombre Jesús…
Ya llega, aguardemos su venida…como cada año… esperémoslo con nuestro amor y con nuestras debilidades. Con nuestras caídas y nuestros progresos.
Preparemos junto a María  nuestro“corazón-pesebre”. Veamos cómo hacer más confortable esa cuna para el niño Dios…
Ale Vallina

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