El materialismo es otra manera de llamar a la avaricia. El materialismo es un desorden por los bienes materiales que conduce a la persona a desear acumular todo lo que puede. El materialista posee una incapacidad de saborear o de gozar de sus logros. Vive temeroso de que “se le escape” lo que atesora. De que se vacíen sus alforjas... La avaricia, por el contrario,  es una enfermedad del alma que se manifiesta por la posesión de bienes materiales, pero que es apreciable también en el deseo de adquirir “bienes espirituales” con el solo objetivo de que le otorguen prestigio ante los demás. El avaro “espiritual” va por la vida buscando ser considerado como un santo!!!
Entonces, el hombre o la mujer materialistas  viven el espíritu del mundo que busca poseer todo cuanto puede. Teme perder lo que tiene y le gusta ser tratado conforme a sus riquezas. Pero el avaro espiritual, no actúa de modo muy distinto... Es verdad de que su ansia por poseer cosas materiales puede ser menor, pero de igual modo exige ser tratado conforme a sus “bienes espirituales”.  El avaro puede ser austero externamente (aunque es extraño), pero exige ser considerado como alguien “especial” conforme a la riqueza espiritual que cree llevar dentro.
La avaricia o el materialismo, ya sea nivel material o espiritual, se podrían definir como la  atadura a ser considerado especial conforme a lo que poseemos. El avaro es un hombre miserable disfrazado de riquezas. Un rico-pobre. Es una persona que porque se percibe frágil, necesita recurrir al poder que le otorgan sus bienes. Tiene de sí mismo una imagen desdeñada que lo lleva a ocultar su fealdad detrás de sus conquistas.
P. Javier Rojas sj

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