Para el ‘hombre viejo’, todo es viejo. Él lo ha visto todo, o piensa que lo ha visto todo. Ha perdido la esperanza en cualquier cosa nueva. Lo que a él le gusta es ‘lo viejo’, a lo que se aferra, temiendo perderlo, aunque por otra parte esto no lo hace feliz. De este modo, él mismo se mantiene ‘viejo’ y no puede cambiar. No se muestra abierto a ninguna novedad. Su vida está estancada y es vana. Sin embargo, puede moverse mucho de un lado para otro aunque se trata de cambios que no llevan a ninguna parte…(Mientras más cambia la cosa, más es la misma cosa).
Para el ‘hombre nuevo’ todo es nuevo. Incluso lo viejo es transformado en el Espíritu Santo y se conserva siempre nuevo. No hay nada a lo que aferrarse. No hay nada que esperar de lo que ya forma parte del pasado...El hombre nuevo es aquel que es capaz de encontrar realidad donde ésta no es visible con los ojos de la carne, donde no lo es todavía, donde la realidad se hace presente en el momento en que él la ve. Y donde la realidad no existiría (al menos para él), si él no la viese.
El hombre nuevo vive en un mundo que siempre está en proceso de creación y renovación. Vive en este ambiente de renovación y creación. Vive en la vida.
Thomas Merton

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