El rostro del anciano es la historia de su vida. Autobiografía impresa. Sus arrugas se pueden leer como las líneas de un libro. Enciclopedia de gozo y de dolor. ¿Qué me está diciendo mi propia historia?
Hay quejas en nuestro ceño, en nuestra tensión, en nuestra palidez; pero luego también hay felicidad y dulzura en nuestros labios, en nuestra sonrisa, en un beso. Hay paz y reconciliación con una larga vida vivida en toda su intensidad y su profundidad. La vida humana es el mayor tesoro sobre la tierra. Memorias de amor y ternura, de familia y amigos, de días buenos y malos, y todo eso se acepta ahora como experiencia, como realidad, como historia. Reflejo de un vida entera y de una larga experiencia. Exposición permanente de años pasados, y meses y horas. Museo de una vida. Si sabemos cómo mirar a un anciano, cómo leer su vida en las líneas de su rostro, aprenderemos todas las lecciones fundamentales de la vida, y cada generación podrá entrenar a la siguiente en la práctica de la vida.
Piensa desde ahora cómo querrás que sea tu rostro cuando llegues a viejo. Modélalo de tal manera que refleje paz y alegría y amor. Ese es tu mejor tesoro y será tu mejor herencia. Cuídala bien.
Carlos Valles

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