«El acompañante espiritual no puede decirme cuál es la voluntad de Dios para mí. Lo único que puede hacer es animarme a reflexionar por mí mismo sobre lo que con­cuerda conmigo. Y puede abrirme los ojos para descubrir por mí mismo lo que Dios quiere de mí.
Hoy existe en muchas personas una necesidad de acompañamiento espiritual. Constituye para muchos un buen camino para emprender la búsqueda de Dios y de la propia verdad. Pero para ello se requiere que los acompa­ñantes espirituales -mujeres y varones- posean una sensi­ble capacidad de percepción de los enredados caminos de Dios con los hombres y un buen conocimiento de su propia alma y del alma de las personas a las que acompañan.»

Anselm Grün

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