Tener compasión hacia nosotros mismos significa desarrollar la bondad hacia nosotros, y comprender que muchas de las decisiones que hemos tomado, y sobre todo aquellas de las que comúnmente nos acusamos en el pasado, fueron las que pudimos tomar en función de lo que entendíamos era lo mejor.
La falta de compasión hacia nosotros mismo se reconoce cuando miramos nuestro pasado desde una conciencia más madura, y nos exigimos y reclamamos no haber actuado de manera diferente.  Cada vez que se juzgan los acontecimientos del pasado con la conciencia actual se puede ser profundamente injusto. En aquel momento, tal vez no se poseía ni la claridad ni el discernimiento que se tiene en el presente. Cada vez que hacemos esto, sin ningún tipo de discernimiento, nos convertimos en nuestros propios verdugos. Y si nos convertimos en verdugos de nosotros mismo, ya no hay cabida para que Jesús sea nuestro juez misericordioso. Él se convertirá en nuestro salvador si aceptamos humildemente que sea Él, y no nuestros reclamos lo que tengan la última palabra sobre nuestro pasado.

P. Javier Rojas, sj

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