Ante Dios, todos somos pequeños, frágiles y débiles. Hay que aceptar con sencillez esta realidad. Pero nada de esto es malo. Lo malo es no crecer, o hacernos daño a nosotros mismos o a nuestros semejantes, frustrando así el proyecto de felicidad que tiene Dios para con todos nosotros.
Padre Caravias sj

Comentarios