La casa no sólo hace alusión a ese lugar en el que habitamos sino también al corazón donde viven los sentimientos, afectos, deseos y sueños del ser humano. Es ciertamente maravilloso encontrar personas que cuando se acercan a  nuestra casa traen palabras de consuelo, amor, reconciliación y paz. Ellos son portadores de la Buena Nueva de Dios. Pero lamentablemente también hay personas dedicadas, casi exclusivamente, a teñir nuestros hogares de angustia, dolor, desaliento y desesperanza. Debemos estar atentos a cobijar a todo aquel que traiga paz al propio hogar, y saber poner límites a aquellos que pretenden introducir división en nuestras vidas. Pero todavía es más importante examinar nuestras propias palabra y actitudes  para descubrir si somos o no portadores de la Buena Noticia del Reino para corazón y a los hogares de los demás, o si por el contrario, somos de aquellos que nos dedicamos a contagiar desesperanza. El Espíritu de Dios no divide, INTEGRA. 

"Señor, concédenos la gracias de ser portadores de la Buena Noticia de tu Reino". Amén.

P. Javier Rojas, sj

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