Querido Señor, aun cuando supiera todo acerca de ti, aun cuando haya estudiado todas las Escrituras con cuidado, aun cuando tengo un gran deseo y fuerza de voluntad para trabajar a tu servicio, no puedo hacer nada sin el don de tu Espíritu. Me doy cuenta, a menudo, de que la visión más clara de la vida verdadera, y el deseo más sincero de vivirla, no son suficientes para convertirme en un verdadero discípulo. Sólo cuando tu Espíritu haya penetrado en lo más profundo de mi ser
podré ser un cristiano real, un hombre que vive en ti, contigo y a través de ti.
Tú previniste a tus amigos que no debían abandonar Jerusalén, sino que debían " permanecer en la ciudad hasta que fueran investidos con el poder de lo alto "
( Lucas 24, 49 ).
Oh, Señor, rezo por el poder de tu Espíritu. Deja que este poder me invada y me transforme en un discípulo real, dispuesto a seguirte aun a donde prefiriría no ir. 
Henri Nouwen

Comentarios