"El grano de trigo, muerto y sepultado bajo la tierra, ya es espiga dorada meciéndose al viento. De la muerte nace la vida, de la humillación, la exaltación. El Pobre de Nazaret es ahora el Señor Jesús.La resurrección de Jesús no es un dogma que nació en el seno de la Iglesia, sino que la Iglesia misma nace en torno a esta fe en el Resucitado. Sin esta certeza, jamás se habrían puesto en camino semejantes caravanas históricas siguiendo los pasos de Jesús.
Ya hemos visto cómo los discípulos de Jesús seguían dificultosamente a su Maestro camino a Jerusalén; y, en el momento de la prueba, "todos le abandonaron", dejándolo morir solo. Después de tres días, abatidos por la vergüenza y la tristeza, y por el naufragio de sus ilusiones, estaban "con las puertas bien cerradas" a la espera que pasara la tempestad y volviera la bonanza, para regresar a sus barcas y sus redes...
Y ahora de pronto esos desilusionados discípulos aparecen como hombres nuevos, confiados y valientes, que, con gran creatividad y alta inspiración se ponen al frente de un movimiento que produjo un impacto instantáneo, y fue avanzado incesante hacia adelante y hacia arriba, sin que ni las persecuciones ni la incomprensión fueran capaces de detenerlo.
¿Qué había sucedido? Ellos afirmarán una y otra vez que fue el reencuentro con Jesús.
Tenían una absoluta seguridad de que se habían encontrado con Jesús resucitado; y esto era algo incuestionable, una certeza inmediata, vivencial, de quien ha tenido una experiencia marcante, que no necesita explicaciones ni justificación alguna; que habían entrado en una relación personal con él, una relación a niveles profundos de fe, adhesión y compromiso, y que, a través de esa relación, habían recibido, un entusiasmo, una vitalidad, un fuego que les hacía ver con toda claridad que Jesús había triunfado par siempre sobre el odio, la injusticia y la muerte".
Ignacio Larrañaga.El Pobre De Nazaret

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