Muchas relaciones humanas son como los dedos entrelazados de
dos manos. Nuestra soledad nos hace adherirnos unos a otros. Este mutuo
aferramiento nos hace sufrir mucho, porque no nos quita la soledad. Cuanto más
fuerte sea el intento, mayor será nuestra desesperación en el fracaso. Muchas
de estas relaciones 'entrelazadas' terminan rompiéndose porque suelen
convertirse en relaciones sofocantes y opresoras. Las relaciones humanas
deberían ser como dos manos unidas en oración. Podemos apartarnos sin dejar de
tocarnos con las puntas de los dedos. Pueden crear un espacio entre ellas, una
pequeña carpa, un hogar, un lugar donde estar seguros. Las relaciones fieles
entre las personas señalan hacia Dios. Son como oraciones en el mundo. A veces
las manos que rezan están unidas, a veces el roce no es total, las separa una
cierta distancia. Se mueven, separándose o acercándose, pero nunca pierden el
contacto. Siguen rezando a Aquel que nos
ha reunido.
Henri Nouwen
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