La revolución del amor comienza con una sonrisa. Sonríe cinco veces al día a quien en realidad no quisieras sonreír. Debes hacerlo por la paz. Madre Teresa de Calcuta
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Mostrando entradas de septiembre 23, 2012
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La fuente más importante, sin embargo, de conocimiento de Dios, no es lo recibido cultural u oficialmente, sino la propia experiencia que de Él-Ella se pueda tener en la propia vida. La experiencia de Dios siempre ocurre. Es ineludible. Sucede, ocurre, acontece, de muy diversas maneras y por muy diferentes conductos. Pero sucede que la gente da cuenta de esa experiencia desde sus propios marcos culturales y desde sus propias creencias declaradas. Es decir, un ateo puede vivir y de hecho vive la experiencia de Dios, pero le va a llamar de distinto modo que un creyente: dirá que se trata de una experiencia estética, o de un sentimiento de compasión y solidaridad, o de una alegría profunda e incontrolable; un budista hablará quizá de avances en el camino del Tao o bien del Nirvana; y un católico ilustrado probablemente se referirá a su experiencia como visión extática, y así con todos los seres humanos. David Fernández, SJ
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«Algunas personas desean ver a Dios con los ojos con que miran a una vaca y quieren amarlo del mismo modo en que aman a dicha vaca. A ésta se la ama por la leche y el queso y el beneficio que le reporta a uno. Nada distinto hacen quienes aman a Dios por la riqueza exterior o por el consuelo interior; pero éstos no aman a Dios debidamente, sino que lo aman por su propio interés» Maestro Eckhart
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“Sed buenos. Buenos en vuestro rostro, que deberá ser distendido, sereno y sonriente; buenos en vuestra mirada, una mirada que primero sorprende y luego atrae. Buena, divinamente buena, fue siempre la mirada de Jesús [...] Sed buenos en vuestra forma de escuchar. Sed buenos en vuestras manos: manos que dan, que ayudan, que enjugan las lágrimas, que estrechan la mano del pobre y del enfermo para infundir valor, que abrazan al adversario y le inducen al acuerdo, que escriben una hermosa carta a quien sufre por nuestra culpa [...]. Sed buenos en el hablar y en el juzgar; sed buenos, si sois jóvenes con los ancianos; y si sois ancianos, sed buenos con los jóvenes. Mirando a Jesús, para ser imagen de Él, sed, en este mundo y en esta Iglesia, contemplativos en la acción; transformad vuestra actividad ministerial en un medio de unión con Dios. Sed buenos. El sacerdote debe ser ciertamente el hombre de la santidad, de la fe, de la esperanza, de la alegría de la palabra, de
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La oración es “un trato de amistad”, en la que aprendemos a mirarnos como nos mira Dios, en la que aprendemos a amarnos como nos ama Dios y a amar como Él, en la que descubrimos dónde está nuestro verdadero valer. Dios es un amigo que nos quiere, nos cuida, nos interpela y confronta, nos sana y saca de nosotros nuestro mejor “yo” para que nosotros podamos hacer lo mismo y ayudar a otros. Rosa Elena Cálcena, stj
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Felices los que saben reírse de sí mismos, porque nunca terminarán de divertirse. Felices los que saben distinguir una montaña de una piedrita, porque evitarán muchos inconvenientes. Felices los que saben descansar y dormir sin buscar excusas porque llegarán a ser sabios. Felices los que saben escuchar y callar, porque aprenderán cosas nuevas. Felices los que son suficientemente inteligentes, como para no tomarse en serio, porque serán apreciados por quienes los rodean. Felices los que están atentos a las necesidades de los demás, sin sentirse indispensables, porque serán distribuidores de alegría. Felices los que saben mirar con seriedad las pequeñas cosas y tranquilidad las cosas grandes, porque irán lejos en la vida. Felices los que saben apreciar una sonrisa y olvidar un desprecio, porque su camino será pleno de sol. Felices los
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"En cada momento de nuestra vida en que nos acercamos a recibir el sacramento que no salva, se nos va quedando impreso un rasgo de la entrega de Jesús. El conjunto de todos ellos va escribiendo en nuestro rostro el suyo, va formando en nosotros una anatomía de comunión, su mismo cuerpo amoroso y entregado." Xavier Quinzá Lleó, SJ
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Se pide perdón a Dios de las cosas reconocidas como mal intencionadas o que no han sido apropiadas, pues cada vez que tomamos esas decisiones debilitamos nuestra relación con Él y comprometemos nuestra identidad radical de hijos. Dios nos perdona antes de que nosotros formulemos nuestra petición; pero, por nuestra parte, pedir perdón es también un acto de responsabilidad, de aceptación de la propia verdad, de lucidez y autenticidad personal. (Luis Mª García Dominguez, sj)
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Cuando uno llega a una edad en que va a optar por su futuro, si tiene en cuenta la dimensión religiosa como el valor que viene a vertebrar toda su vida cualquiera que sea su realización concreta, lo primero que tiene que plantearse es qué es lo que Dios quiere de uno. Y cuando uno se lo plantea con sinceridad, Dios le responde. Eso es precisamente lo que llamamos vocación. (José Gea Escolano)
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Al encontrarnos con los hambrientos, desnudos, emigrantes, enfermos y encarcelados, hemos visto al Señor. A la luz de esta desconcertante manera de juzgar el valor de la vida humana, que no es medida por el encuentro con los primeros, como solemos hacer habitualmente, sino con los últimos, intentamos afinar nuestra mirada para ver ya hoy lo que en ese momento definitivo veremos con absoluta nitidez. (Benjamín González Buelta, SJ)
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Yo soñaba en clasificar el Bien y el Mal, como los sabios clasifican las mariposas: Yo soñaba en clavar el Bien y el Mal en el oscuro terciopelo de una vitrina de cristal... Debajo de la mariposa blanca, un letrero que dijera:"EL BIEN" Debajo de la mariposa negra, un letrero que dijera: "EL MAL" Pero la mariposa blanca no era el bien, ni la mariposa negra era el mal...¡Y entre mis dos mariposas, volaban verdes, áureas, infinitas, todas las mariposas de la tierra!... Dulce María Loynaz
Convertirse en el último.
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« 30 Saliendo de allí, iban pasando por Galilea, y Él no quería que nadie lo supiera. 31 Porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: El Hijo del Hombre será entregado en manos de los hombres y le matarán; y después de muerto, a los tres días resucitará. 32 Pero ellos no entendían lo que decía, y tenían miedo de preguntarle. 33 Y llegaron a Cafarnaúm; y estando ya en la casa, les preguntaba: ¿Qué discutíais por el camino? 34 Pero ellos guardaron silencio, porque en el camino habían discutido entre sí quién de ellos era el mayor. 35 Sentándose, llamó a los doce y les dijo: Si alguno desea ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos. 36 Y tomando a un niño, lo puso en medio de ellos; y tomándolo en sus brazos les dijo: 37 El que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí, sino a aquel que me envió. » Mc 9, 30-37 Cuando reconocemos en las actitudes y los modos de actuar de los