La muerte derrotada ha perdido su aguijón... Aleluya, el Señor ha resucitado. FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN.
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Mostrando entradas de marzo 24, 2013
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El milagro de la Cruz. Este es Jesús… (Mt 27, 37) El crucificado. El resucitado. El carpintero. El excluido y silenciado. El explotado. El vendido y entregado. El amigo y compañero. El de los milagros. El que escandaliza. El que se junta con los pecadores. El que anda con mujeres, sus amigas. El que celebra la vida. El que lava los pies. El que hace cosas que no entendemos. El que vive lo que hace. El que abraza. El que tiene miedo. El que camina sobre agua. El que sana y sigue andando. El burlado y maltratado. El que tiene autoridad. El abandonado por los suyos. Rey y pobre. Sacerdote y víctima. Profeta y Palabra. Este es Jesús… El Milagro de la Cruz. Amante asesinado. Vida que sangra y riega su Reino. ¡Cuídenlo ustedes! Lo mío está cumplido. (Susurra gritándonos) Marcos Alemán s.j
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Contemplo tu rostro contrito entre los olivos de Getsemaní. Estás acuciado por el miedo, acogonjado…Te postras en el suelo y apoyas tu rostro en la tierra fría, húmeda y desolada. Tu corazón se oprime de dolor. Y de pronto, todo se sucede tan rápido. Te traicionan, te apresan, te abandonan, te niegan, te calumnian, te acusan. Y con una celeridad de muerte llegan el juicio, las espinas y la cruz. El desconsuelo de tu Madre es infinito, y sin embargo con la hidalguía de una Gran Señora te acompaña con el alma traspasada de dolor, pero firme, sin moverse ni un centímetro de tu lado. El camino hacia la Cruz es de un agobio sin igual. El madero es pesado, el camino escarpado, la gente grita, acusa. Otros, lloran. Llega el turno de los clavos y ese dolor, que es menos físico que del alma. Te suben a la cruz y puedes contemplar desde las alturas a todos. Allí están tu Madre, ternura incondicional, mujer de Dios, Madre tuya y donada por Ti a toda la humanidad. Allí está la Magdalena
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PASIÓN Tengo una semilla en la mano. Es el único grano que tengo. Dicen que tengo que poner la semilla en la tierra. Tengo que proteger mi grano, es el único que tengo. Nunca he experimentado que haya primavera. Dicen que tengo que arriesgar mi semilla, mi único grano que tengo. Pero nunca he experimentado que es la primavera. El que me ama me dice : “Habrá primavera”. Yo pongo mi semilla en la tierra. R. Kunze
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Ven Señor, Jesús, entra en mi corazón, Tú, el Crucificado, que nos diste la vida, que amas, que eres fiel, veraz, paciente y humilde, que has tomado sobre ti una lenta y pesada vida en un rincón del mundo, negado por los tuyos, poco amado por tus amigos, traicionado por ellos, sujeto de la ley juguete de la política desde un principio niño refugiado, hijo de obrero, una creatura que encontró obstáculos y superficialidades como resultado de sus trabajos, un hombre que amó y no encontró la respuesta del amor, Tú demasiado exaltado, para que te comprendieran los que te rodeaban. Te dejaron desolado hasta el punto de que te sentiste abandonado por Dios, Tú que sacrificaste todo, que te encomendaste en las manos del Padre y gritaste: "Dios mío, Padre mío" ¿ Por qué me has abandonado? Te recibiré como eres, y te haré ley y regla de mi vida, como la carga y la fuerza de mi vida; cuando te recibo, acepto de vida de todos
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No podemos separar el sacramento del pan y del vino del sacramento del amor al prójimo. Jesús lavó los pies de sus discípulos la noche antes de su muerte, y de este modo nos enseñó a mantenernos siempre unidos entre hermanos sirviéndonos los unos a los otros. No siempre lo hacemos (de hecho el mundo sería otro si nos amáramos los unos a los otros), y así le fallamos infinidad de veces a Él y a su mandato de amor. Cómo nos cuesta entender que no podemos amar a Dios a quién no vemos si no amamos al prójimo al que sí vemos! Señor que en este Jueves Santo tus enseñanzas se impriman con fuerzas en nuestros corazones, y estemos dispuestos en todo a “Amar y Servir”. @Ale.
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La presencia de Cristo en la Eucaristía es y sólo puede ser activa. Está allí Cristo mismo en acto de misión, arrastrando consigo a los miembros de su Cuerpo, haciéndolos comulgar en sus mismos sentimientos y en sus objetivos “misioneros”. De aquí se deduce que los efectos o frutos que su presencia produce (perdón, reconciliación, unidad, caridad) no se realizan automáticamente por el mero hecho de celebrar dignamente o de adorar, al margen de lo que los cristianos pueden hacer en otra parte. Son algo que hay que producir, son tarea y misión que trascienden el momento del culto. Comida, acción de gracias y sacrificio al mismo tiempo. Los actos más sencillos: ofrecer un pedazo de paz y una copa de vino, y las palabras más sencillas: “Esto es mi cuerpo..., mi sangre”, se tornan para nosotros los puntos culminantes de todo lo que Jesús es y da...
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Jueves Santo: Cena del Señor Institución de la Eucaristía, del sacerdocio y del mandamiento del amor. Gracias Jesús por quedarte con nosotros para siempre en el pan y en el vino. Gracias Jesús porque muchos te han seguido abrazando la vida sacerdotal. Gracias Jesús por enseñarnos que lo único importante es el amor.
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"Salió el Maestro, rodeado de los suyos, a las proximidades de Efraín. Quería dedicar un día completo al adoctrinamiento de sus discípulos. Se dirigieron a un cerro vecino, y en el camino, Juan exteriorizó así su preocupación: - Maestro, no lo podemos evitar: una marejada de tristeza nos ha inundado al enterarnos de sentencia del Sanhedrín contra ti. Estamos confundidos: ¿qué será de tu misión en este mundo? - Breve, como un día de invierno, y simple, como una caña recta, será mi vida: sembrar y morir. Como el destino de los meteoros es perderse en los espacios oscuros, mi peregrinación acabará en el santuario de la muerte. No veré germinar ni crecer el trigal. Después de lanzar la semilla, sólo me resta prepararme para morir. He sembrado sin fatiga, he derramado a mi paso salud y bondad; no tendré, sin embargo, la satisfacción de comprobar los resultados. - Pero, Maestro, con tu muerte todo acabará -insistió Juan -. - Todo comenzará -respondió el Pobre -. La condición
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Mi Señor, no tengo esperanza sino en tu cruz. Tú, por tu humildad, sufrimientos y muerte, me has librado de toda vana esperanza. Has suprimido en ti mismo la vanidad de la vida presente y, al levantarte de entre los muertos, me has dado todo lo que es eterno. ¿Por qué querría ser rico, si Tú eres pobre? ¿Por qué desearía ser famoso y poderoso ante los ojos de los hombres, cuando los hijos de aquellos que exaltaron a los falsos profetas y apedrearon a los justos te rechazaron y te clavaron en la cruz? ¿Por qué debería acariciar en mi corazón una esperanza que me devora - la esperanza de una felicidad perfecta en esta vida - cuando la esperanza, condenada a la frustración, no es otra cosa que desesperación? Mi esperanza está en lo que el ojo jamás a visto. Por lo tanto, no me permitas confiar en recompensas visibles. Mi esperanza está en lo que el corazón del hombre no puede sentir. Por lo tanto, no me permitas confiar en los sentimientos de mi corazón. Mi esperanza está en
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Guíame, Señor, mi luz, en las tinieblas que me rodean, ¡guíame hacia delante! La noche es oscura y estoy lejos de casa: ¡Guíame tú! ¡Dirige Tú mis pasos! No te pido ver claramente el horizonte lejano: me basta con avanzar un poco... No siempre he sido así, no siempre Te pedí que me guiases Tú. Me gustaba elegir yo mismo y organizar mi vida... pero ahora, ¡guíame Tú! Me gustaban las luces deslumbrantes y, despreciando todo temor, el orgullo guiaba mi voluntad: Señor, no recuerdes los años pasados... Durante mucho tiempo tu paciencia me ha esperado: sin duda, Tú me guiarás por desiertos y pantanos, por montes y torrentes hasta que la noche dé paso al amanecer y me sonría al alba el rostro de Dios: ¡tu Rostro, Señor! Henry Newmann
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Pedro dijo a Jesús: "No me lavarás los pies jamás". Estaba acostumbrado a una cierta visión religiosa y política donde el jefe está arriba: es una roca segura en la cual uno puede apoyarse (...). Creía que era el Mesías. Admiraba la autoridad y la fuerza de Jesús, y también sus milagros. Cuando Jesús es detenido, no se defiende. Pedro no puede admitir eso. Pedro se viene abajo. "¡Yo no conozco a ese hombre!" dijo luego. Había creído que Jesús era el mesías poderoso y descubre a un Jesús débil. Se decepción es inmensa. (...) ¿Un Mesías vulnerable? Hoy, como ayer, encontramos dificultades en comprender a un Dios que se oculta en los débiles y en las personas con deficiencia. Un Dios que es tan grande que se hace pequeño para tocar los corazones, para vivir en comunión con cada persona. Jean Vanier, Amar hasta el extremo
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Misa Crismal. Qué es? Se llama Misa Crismal a la que celebra el obispo con todos los presbíteros y diáconos de su diócesis en martes santo. La Misa Crismal es una de las principales manifestaciones de la plenitud sacerdotal del obispo, que ha de ser tenido como el gran sacerdote de su grey, y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él. En dicha misa se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los catecúmenos y de los enfermos. Esta solemne liturgia se ha convertido en ocasión para reunir a todos los sacerdotes alrededor de su obispo y hacer de la celebración una fiesta del sacerdocio.
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El signo del amor crucificado es el corazón abierto. Jesús abre su corazón para que todos nosotros podamos penetrar en él con nuestro anhelo de amor. Se deja herir por nosotros en su amor. Y de su corazón abierto brota a raudales la esencia de su amor. Su amor no aferra, sino que se derrama por nosotros. Nos abre un espacio en el cual podemos vivir. Jesús entiende su amor como una casa en la que podemos habitar; por eso nos exhorta diciendo: «Permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Peculiar imagen ésta para hablar del amor. El amor no es sólo un sentimiento que desaparece tal como vino. Es un espacio en el que se puede permanecer… Anselm Grün.
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Escucho que me invitas. Es tan claro tu llamado. Insistente y firme, pero dulce y repetuoso. Tantos años mirándome el ombligo...Cuánta necedad en mi alma! Hoy escucho muy claro tu mensaje. Retumba en mi corazón y con potencia. Me llamas al servicio sin excusas…Y ya no quiero hacerme la distraída y argumentar sorderas... Cuándo comienzo, Señor?, te pregunto. “En este momento” me respondes. Entonces abro mis manos y las alzo al cielo. “ Y ahora ponlas al servicio de tus hermanos”, me soplas despacio al oído. Con tu ayuda mi Señor. Con tu ayuda… @Ale Vallina
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Entréname, Señor. Quiero estar preparado, por Ti y contigo, para que la dureza de la cruz no me sorprenda y que lejos, de asustarme, vea en ella un exponente y un altavoz de tu gloria. Quiero mantenerme en forma, para no perder el ritmo de la fe y no se apague el brillo de mi esperanza. Porque, temo que si Tú no vas conmigo, el maligno aproveche cualquier fisura y se adentre en lo más hondo de mis entrañas. Entréname, Señor. Quiero jugar contigo el gran partido de la Pascua; ahora, con el color morado de la penitencia, pero pronto, en la alborada de Resurrección, con el color blanco del triunfo de la VIDA Sí; Señor, quiero que en estos días me enseñes a mirar hacia el cielo me indiques como entregarme a mis hermanos me recuerdes que, en la sobriedad y no en la abundancia, está la riqueza y la felicidad de mis años. Entréname, Señor. Y que pueda volver de los caminos equivocados y que, postrándome ante Ti, pueda decir sin temor ni verg
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Texto completo de la homilía del Papa Francisco. Domingo de Ramos 2013 1. Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompañan festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc 19,38). Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre l a gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios, se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma. Y ahora entra en la Ciudad Santa. Es una bella escena, llena de luz, de alegría, de fiesta. Al comienzo de la Misa, también nosotros la hemos repetido. Hemos agitado nuestras palmas, nuestros ramos de olivo, y hemos cantado: «¡Bendito el que viene en el nombre del