"Tres pasos para la conversión"
Cada Navidad es una instancia para renovar y reafirmar nuestro propio nacimiento. En la vida nueva que trae el Espíritu, nosotros jugamos un rol distinto de la vida que recibimos de la carne. Esta instancia de renacer en nuestra vida que ofrece Jesús en cada Noche Buena puede ser aceptada o rechazada. Frente al ofrecimiento de Jesús de transformar nuestra propia existencia en acción de gracias, podemos estar totalmente indiferentes. Por ello el Adviento se convierte en el tiempo propicio para reflexionar y ahondar en nuestra propia vida y así poder tomar conciencia de esos espacios del alma que necesitan renacer. En ocasiones, nuestro propio corazón se convierte en un espacio oscuro y desértico. El dolor y la soledad, el egoísmo y la hipocresía, la avaricia y la indiferencia terminan arrancando del corazón la luz de la esperanza y de la fe, convirtiéndolo en un espacio frío e infecundo. Marcos se refiere a Juan el Bautista, como la «voz que clama en el desierto» y dice «prep