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Mostrando entradas de marzo 1, 2015
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"Ahora es el tiempo favorable", se nos repite durante los días de la Cuaresma. Pues se trata de aprovecharlo. De invitarnos e invitar a hacerse cada cual el propio programa cuaresmal, con la voluntad de seguir más de verdad el camino de Jesús, de llenarnos más de verdad de todo aquello que él enseñaba, buscaba, vivía. Para que sea esto lo más importante también para nosotros. P. Francesc Mulet Ruís
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Creo que desilusionarse de alguien no es tan malo después de todo. Es más, me inclino a pensar que a veces es bueno que suceda. Tal vez es el paso necesario -¿obligado?- aunque no el único, para descubrir el misterio que es cada ser humano y construir vínculos más auténticos. Puede ser que alguien nos desilusione porque ha roto una promesa, traicionado una amistad, o faltado a la verdad, pero no me refiero a esta desilusión, que sabemos que duele profundamente. Me refiero a l a desilusión que proviene de comprobar que no hubo deseo sincero de descubrir al otro. Cuando el ego que cree saberlo todo, conocerlo todo, controlarlo todo, comprueba que no puede obligar a alguien que sea alguien distinto de lo que es, también suele decir «me desilusionaste». Duele darse cuenta de que alguien no pretendía descubrirte como único e irrepetible, sino que deseaba que respondieras al modelo de persona que había imaginado que fueras. Solemos hacer esto: proyectar sobre los demás lo que queremos que
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Tenemos que pedir la gracia de comprender bien este tiempo litúrgico que estamos viviendo... No se trata de buscar mortificarnos, lastimarnos, ni rogar toda clase de torturas y dolores. Tampoco tiene que ver con pedir más cruces de las que ya cargamos, sino, y he aquí la gracia que debemos pedir, es unirnos a la causa por la que fue crucificado Cristo, sabiendo que hemos de padecer con Él si deseamos trabajar por su Reino.  Cada vez que pongamos nuestro tiempo, esfuerzo y d eseos para tratar de hacer de este mundo, un lugar más amable, cálido y justo, estaremos ayudando a Jesús a cargar la cruz y a aliviar la de muchos hermanos, injustamente crucificados también hoy. Que el Señor se adueñe de nuestros corazones para vivir acorde a sus valores... Amén. @Ale Vallina
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Cuaresma es el tiempo ideal para llevar a la acción estas palabras...
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Trata de situar en su verdadera dimensión, tus aspectos negativos. La Cuaresma es el tiempo aconsejable para emprender esta marcha. Hay personas que viven lastimándose por los errores que cometen o que han cometido, llegando al punto del maltrato y la autoagresión permanente.  ¿Te arrepientes de tus fallos y faltas? ¿Te arrepientes del mal que has cometido y del bien que pudiste hacer y no llevaste a cabo? Pues bien: estamos en el punto de partida de un camino de cambio.  El reconocimiento de lo que no anda bien, es el primer paso. Luego, deberán venir otros, más audaces y firmes: el acercamiento al sacramento de la reconciliación, la oración audaz y valiente, una mirada de elogio cada vez que logres vencerte a ti mismo, la actitud de auto perdón (que no significa ser autoindulgentes al extremo, sino sabernos “pecadores perdonados”) y, especialmente, el reconocernos hijos amados por un Padre que confía en nuestra capacidad de enmendar errores y de mejorar el rumbo hacia los valores d
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Pavarotti

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Seguramente suena extraño, pero puede ser una buena definición de la Cuaresma: un tiempo para recuperar la mística de Jesús. Porque conversión quiere decir cambiar la manera de pensar y de ver las cosas (para pensar y ver las cosas según Dios, tal como Jesús nos lo revela con sus palabras y con su vida), cambiar los criterios con los cuales miramos las personas y las cosas, y que son los que nos mueven a la hora de actuar. La Cuaresma nos invita a hacer que nuestros planteamientos se acercan al máximo a los de Jesús. P. Francesc Mulet Ruíz
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S eis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.  Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.  Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.  Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".  Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.  Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo".  De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.  Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.  Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos".  Mc, 9, 2-10 Las lecturas de hoy