"¿No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios? Creed también en mí. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". Juan 14, 1- 27
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Mostrando entradas de octubre 27, 2013
Los santos no son superhombres, sino amigos de Dios que han vivido una vida normal y tienen la alegría en el corazón que transmiten a los demás, el Papa a la hora del ángelus
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“La loca de la casa” como llamaba Santa Teresa a la mente, no cesa de jugarnos malas pasadas. O nos atrapa en el pasado, sumergiéndonos en lo que fue y ya no es (o no pudo ser). O nos lleva a un futuro ilusorio, terrible o maravilloso…pero siempre irreal. Nuestro deber, como hijos de Dios, es permanecer en el instante presente. “Ahora” es el momento propicio para escuchar lo que Él tiene para deci rnos. Para que “la loca de la casa”, ruidosa y distractora no tome las riendas y se convierta en la rectora de las decisiones de nuestra vida es menester discernir a la luz del Espíritu. Para ello nada más propicio que el silencio…Entremos en él como quien penetra en un santuario ( de hecho así es) Necesitamos acallar los ruidos para escuchar en la soledad que fecunda, la voz del Amor. "Venga el Silencio en nuestra ayuda" @Ale Vallina
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Me maravillo al imaginar la capacidad de escucha que poseía Jesús y que lo hacía estar atento a todos los que se encontraban en su camino. Escuchaba con los oídos pero sobre todo con su corazón. Escuchaba lo que le manifestaban con palabras y también lo que sus interlocutores callaban. Pero fue fundamentalmente un Hombre que escuchó con atención la voluntad del Padre e hizo lo que Dios deseaba... En muchas ocasiones le ruego a Jesús que me regale tan siquiera un puñadito de su capacidad de escucha. Y en mi alma recreo la escena del sordomudo que se encontró con Él. Entonces me le acerco para que me imponga las manos y lave mis oídos con su saliva. Y necesito que tal cual como con el sordomudo me diga: "Efatá" (Ábrete) y pueda escucharlo en todo y en todos... @Ale Vallina
Gracias a la vida que me ha dado tanto....
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La primera tarea de una Iglesia fiel a Jesús no es condenar a los pecadores sino comprenderlos y acogerlos amistosamente. En Roma pude comprobar hace unos meses que, siempre que el Papa Francisco insistía en que Dios perdona siempre, perdon a todo, perdona a todos..., la gente aplaudía con entusiasmo. Seguramente es lo que mucha gente de fe pequeña y vacilante necesita escuchar hoy con claridad de la Iglesia. José Antonio Pagola
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No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos, por sus decepciones, por su porvenir más o menos sombrío. Quiere lo que Dios quiere. Ofrécele, en medio de inquietudes y dificultades, el sacrificio de tu alma sencilla que, pese a todo, acepta los designios de su providencia. Poco importa que te consideres un frustrado si Dios te considera plenamente realizado; a su gusto. Piérdete confiado ciegamente en ese Dios que te quiere para sí. Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas. Piensa que estás en sus manos, tanto más fuertemente agarrado, cuanto más decaído y triste te encuentres. Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz. Que nada te altere. Que nada sea capaz de quitarte tu paz. Ni la fatiga psíquica, ni tus fallos morales. Haz que brote, y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que Dios continuamente te dirige. Y en el fondo de tu ser coloca, antes que nada, como fuente de energía y criterio de verdad, todo aquello que te llene de
«El último salió justificado»
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«Jesús contó esta otra parábola para algunos que, creyéndose buenos, despreciaban a los demás: Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro uno de esos que cobra impuestos para Roma. El fariseo, de pie, oraba así: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, malvados y adúlteros. Ni tampoco soy como ese cobrador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” Pero el cobrador de impuestos, que se había quedado a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” Os digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa perdonado por Dios; pero no el fariseo. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.» Lc 18, 9-14 En todas partes hay personas a las que les gusta ser consideradas como buenas y justas,