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Mostrando entradas de agosto 31, 2014
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En el famoso dibujo de la serpiente boa que se engulle a un elefante, en la maravillosa obra "El Principito" de Antoine de Saint-Exupéry, el pequeño manifiesta que debe explicar su dibujo a los adultos "porque ellos ven solo un sombrero". Expresa que" los adultos siempre tienen necesidad de explicaciones ya que nunca pueden comprender las cosas por sí solas." Es que nos vamos haciendo adultos, crecemos y nos volvemos gente "apurada, eficiente, ocupada"...De este modo dejamos de ver lo simple, lo sencillo y, muchas veces, lo evidente. Se nos empaña la visión de tal modo que dejamos de mirar como los niños, con su pureza y su ingenuidad. Que nuestro ruego de hoy sea este: "Señor, que mi adultez no me arrebate la simplicidad y la espontaneidad de la niñez" @Ale Vallina
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¡Yo, pecador Señor!. Cuando me encierro en mí, no existe nada: ni tu cielo y tus montes, tus vientos y tus mares; ni tu sol, ni la lluvia de estrellas. Ni existen los demás ni existes Tú, ni existo yo. A fuerza de pensarme, me destruyo. Y una oscura soledad me envuelve, y no veo nada y no oigo nada. Cúrame, Señor, cúrame por dentro, como a los ciegos, mudos y leprosos, que te presentaban. Yo me presento. Cúrame el corazón, de donde sale, lo que otros padecen y donde llevo mudo y reprimido el amor tuyo, que les debo. Despiértame, Señor, de este coma profundo, que es amarme por encima de todo. Que yo vuelva a ver (Lc 18, 41) a verte, a verles, a ver tus cosas a ver tu vida, a ver tus hijos.... Y que empiece a hablar, como los niños, balbuceando , las dos palabras más redondas de la vida: ¡Padre Nuestro!. Ignacio Iglesias sj
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María anuda nuestra esperanza al proyecto del Padre. Danos firmeza y hasta tozudez para seguir adelante. Llena nuestros corazones de la esperanza que libera para vivir el amor solidario. Lo que se espera se consigue con esfuerzo, con trabajo y con la vida. Nos confiamos en tus manos para que nos hagas fuertes en la fe, comprometidos en la solidaridad y firmes, muy firmes, en la esperanza del Reino. Marcelo A. Murúa ( de María de la Esperanza)
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María de Nazareth madre de nuestro Señor, compañera de nuestras marchas, ven a visitarnos, quédate con nosotros. Te necesitamos, madre buena, vivimos tiempos difíciles, atravesamos bajones, tenemos caídas, nos agarra la flojera, nos inmoviliza la apatía, nos da rabia la solidez de la injusticia. María, virgen de la Esperanza, contágianos tu fuerza, acércanos el Espíritu que llena tu vida, ayúdanos a vivir con alegría, a pesar de las pruebas y de las cruces que encontramos en el seguimiento de tu Hijo. [...] Marcelo Murúa
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He conocido a demasiadas personas, cristianas o no, que han perdido la confianza en sí mismas y están aprisionadas en sentimientos de tristeza y sentimientos de culpa. Es como si tuvieran enormes barreras en torno a sí. Son hombres y mujeres que no creen en verdad que Dios les ama. Cuando la primera cosa que Cristo nos dice es: Tú eres precioso, tienes un valor, eres importante. Anthony de Mello sj
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Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo. Tengo en mis manos su palabra escrita. Este es mi báculo. Esta es mi seguridad, éste es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escri ta que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. Cristo esta conmigo, ¿qué puedo temer? Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no pesa más que una tela de araña”. San Juan Crisóstomo, Homilía antes de partir al destierro.
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« En aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres». Entonces dijo a los discípulos: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta». Mt 16, 21-27 Evagrio Póntico,