«Es iluso creer que podemos vivir sin conflictos o dificultades. Siempre nos encontraremos con problemas, enfrentamientos, peleas, desencuentros, etc., Necesitamos aprender a gestionar la particular condición de estar vivos. No es fácil, lo sabemos, pero no hay manera de crecer si no es desarrollando una actitud vital que nos permita seguir avanzando aun en medio de los inconvenientes que encontramos a nuestro paso. Es importante que nos aseguremos primero de no ser los causantes de los inconvenientes. De no ir sembrando cizaña y avivando el fuego de los conflictos. Debemos examinar debidamente nuestras palabras, acciones o actitudes para no generar discordias. Ahora bien, si comprobamos que no somos los causantes de los momentos difíciles por los que atravesamos nos queda pensar que es la “vida misma” la que nos hace atravesar esas situaciones. Y cuando digo la “vida misma” no estoy haciendo responsable al cielo, sino al hecho de vivir entre hombres libres con capacidad para hac
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Mostrando entradas de agosto 16, 2015
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La falta de trabajo daña el espíritu, así como la falta de oración daña la actividad práctica, y es por eso que la oración y el trabajo deben estar siempre unidos, en armonía, tal como enseñaba san Benito. El trabajo es algo propio de la persona humana, y expresa su dignidad de criatura hecha a imagen de Dios. Por eso, la gestión del trabajo supone una gran responsabilidad social, que no se puede dejar a merced de la lógica del beneficio o de un mercado divinizado, en el que con frecuencia se considera a la familia como un peso o un obstáculo a la productividad. Papa Francisco
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Señor, son tantos los que sufren En el mundo de hoy Y tan pocos los que saben Olvidar su dolor. Yo quiero ser Luz Que refleje tu lampara Y levadura buena Que te esponje las almas. Te doy gracias Señor Porque has resucitado Y mataste en mi alma La angustia del pecado. Si me pides la vida, Quiero darla contento, Si no quieres que muera, Quiero vivir sonriendo. Quiero reír, Quiero soñar, Quiero darles a todos La alegría de amar. San Alberto Hurtado