Yo sé que me hablas todos los días. Yo sé que no dejas de preguntarme cómo me va. Yo sé que te comunicas intensamente conmigo. Señor, quiero escuchar tu voz Yo sé que estás presente sosteniendo y alentando mi vida, yo sé que día a día esperas para conversar conmigo. Yo sé que dentro mío me hablas de amor y servicio. Señor, quiero escuchar tu voz Pero.... Cómo me gustaría descubrirte en mis hermanos, cómo me gustaría vivir más preocupado de la caridad que de la norma del catecismo. ¿No decías que el vino nuevo necesitaba odres nuevos?. Señor, quiero escuchar tu voz Cómo me gustaría escuchar tu voz en los políticos, que hablan de justicia pero cada vez están más crispados y lejanos de los problemas del pueblo. ¿No decías que la persona es lo más importante? Señor, quiero escuchar tu voz Cómo me gustaría escuchar tu voz en los jóvenes, deseosos de ser libres, y muchos de ellos embotados por un estilo de vida que sólo crea más sed, más ansiedad y esclavitud. ¿No decías que dónde te
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Mostrando entradas de abril 8, 2012
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Mucha actividad en nuestro mundo, mucha de nuestra super actividad viene de una huida de la relación, se tiene miedo de encontrarse con los demás, se tiene miedo de relacionarse con los demás, se tiene miedo de sentirse responsables de los demás, se tiene miedo de compartir las propias debilidades y de hacerse interdependientes unos de otros. Y por eso se cierra uno dentro de sí. Jean Vanier
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El amor, en el matrimonio, en lugar de ir desplegándose en un movimiento de expansión, puede ir replegándose en un movimiento de involución. Los amores que se congelaron a los pocos años de casarse, no significa que hubiesen sido espurios o de mala ley sino que los esposos no acertaron a cultivarlos con el esmero con que se cultiva una tierna planta… No los cuidaron con la atención que se da a una delicada criatura, porque al fin eso es efectivamente el amor: una frágil criatura". Ignacio Larrañaga. El Matrimonio Feliz
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Si puedo hacer, hoy, alguna cosa, si puedo realizar algún servicio, si puedo decir algo bien dicho, dime cómo hacerlo, Señor. Si puedo arreglar un fallo humano, si puedo dar fuerzas a mi prójimo, si puedo alegrarlo con mi canto, dime cómo hacerlo, Señor. Si puedo ayudar a un desgraciado, si puedo aliviar alguna carga, si puedo irradiar más alegría, dime cómo hacerlo, Señor Grenville Kleiser
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Sopla Señor en mi vida… y le darás consuelo y calma Sopla Señor en mi vida… le brindaras amor y abrigo Sopla Señor en mi vida… y fortalece mis pies vacilantes Sopla Señor en mi vida… hazme fiel a tus promesas. Sopla Señor en mi vida… y devuelve la alegría a mi vida. Sopla Señor en mi vida… pues sin ti me siento perdido y tristezas. Sopla Señor en mi vida… y arranca los miedos Sopla Señor en mi vida… hazme de nuevo. Sopla Señor en mi vida… y bendice a mis hermanos
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Imperdible reflexión Me parece que la primera cosa que tendríamos que enseñar a toda persona que llega a la adolescencia es que los humanos no nacemos felices ni infelices, sino que aprendemos a ser una cosa u otra y que, en una gran parte, depende de nuestra elección el que nos llegue la felicidad o la desgracia. Que no es cierto, como muchos piensan, que la dicha pueda encontrarse como se encuentra por la calle una moneda o que pueda tocar como una lotería, sino que es algo que se construye, ladrillo a ladrillo, como una casa. Habría también que enseñarles que la felicidad nunca es completa en este mundo, pero que, aun así, hay raciones más que suficientes de alegría para llenar una vida de entusiasmo y que una de las claves está precisamente en no renunciar o ignorar los trozos de felicidad que poseemos por pasarse la vida soñando o esperando la felicidad entera. Sería también necesario decirles que no hay «recetas» para la felicidad, porque, en primer lugar, no hay una
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Y si hoy nos proponemos no culpar a nadie, ni a Dios, ni a la vida, ni al vecino, ni al destino de lo que nos pasa? Y si nos proponemos hoy aceptarnos a nosotros mismos con nuestra historia, nuestros logros y nuestros fracasos? Y si reconoc emos de una vez y para siempre que tal y como somos Dios nos acepta y ama, y que sólo falta la autoaceptación para llevar una vida plena y feliz? Buenas preguntas...Les deseo las mejores respuestas... @Ale Vallina.
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«Arranca de ti la tristeza, porque ésta es hermana de la duda y la impaciencia... La tristeza es el peor de los espíritus y más que ningún otro corrompe al hombre y consume al Espíritu Santo... La duda y la impaciencia son penosas para el Espíritu Santo. Arranca de ti la tristeza y no entristezcas al Espíritu Santo que mora en ti... porque el Espíritu de Dios que fue infundido en esa carne tuya, no soporta la tristeza ni la angustia. Revístete, pues, de la alegría, que halla siempre gracia de Dios y le es grata. Porque todo hombre alegre obra bien y piensa bien y menosprecia la tristeza. El triste, por el contrario, es en todo malo, primero porque entristece al Espíritu Santo que el fue dado alegre al hombre» HERMAS, El Pastor - Mandamiento décimo, 1-2 (Obra Cristiana del siglo II)
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El Evangelio de hoy. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: "Mujer, ¿por qué lloras?". María respondió: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto". Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?". Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: "Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo". Jesús le dijo: "¡María!". Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: "¡Raboní!", es decir "¡Maestro!". Jesús le dijo: "No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el
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Si quieres ser amado y tener amigos, empieza a amar. Brinda gratuitamente tu amistad y tendrás amigos. Piensa más en dar que en recibir y terminarás recibiendo mucho más de lo que tú das. Lo malo es que muchos no dan esperando recibir primero. Estos se quedan vacíos y solos en su espera. Sal de ti y date generosa y gratuitamente y recibirás. M. Melendo Brindas tu amistad? Cómo eres como amigo?
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Vamos a ver si es cierto que le amamos vamos a mirarnos por dentro un poco ¡Hay cosas colgadas que a él le lastiman freguemos el suelo y abramos las puertas! Borremos los nombres de la lista negra, pongamos a los enemigos encima de la cómoda, invitémosles a sopa. Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos. Que Dios se encuentre a gusto si baja. Gloria Fuertes
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Porque la soledad, el miedo o el cansancio llegan cuando quieren y como quieren. Llegan sin preguntar. Unas veces despacito, poquito a poco, como la puerta que se abre lentamente para que también despacio se vaya metiendo el frío del desánimo por el cuerpo. Otras veces llegan de golpe; la soledad, el miedo o el cansancio, entran como elefante en cacharrería y me tumban, me hunden. Hasta ahí he llegado. Por eso es tan importante tenerte cerca. Poder hablar, compartir, llorar, mirar y sentirte cerca. Porque me escuchas con increíble paciencia. Nunca te excusas para responder, siempre tienes tiempo, nunca tienes prisa. Antes leías aquellas tristonas cartas, ahora skype, el móvil o el mail ponen en directo lo que a veces son historias repetidas, los problemas de siempre, aunque yo me esfuerce porque suenen nuevos. Pero lo mejor son los cafés. Un paseo y un café, lo más parecido a un trocito de cielo, aquí en la tierra. La amistad es el sacramento de Jesús resucitado. La amistad nos sume
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Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera que vaya; inunda mi alma con tu espíritu y tu vida; penetra todo mi ser y toma de él posesión de tal manera que mi vida no sea en adelante sino una irradiación de la tuya. Quédate en mi corazón en una unión tan íntima que las almas que tengan contacto con la mía puedan sentir en mí tu presencia; y que al mirarme olviden que yo existo y no piensen sino en Ti. Quédate conmigo. Así podré convertirme en luz para los otros. Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti; ni uno solo de sus rayos será mío. Te serviré apenas de instrumento para que Tú ilumines a las almas a través de mí. Déjame alabarte en la forma que te es más agradable: llevando mi lámpara encendida para disipar las sombras en el camino de otras almas. Déjame predicar tu nombre sin palabras… Con mi ejemplo, con mi fuerza de atracción con la sobrenatural influencia de mis obras, con la fuerza evidente del amor que mi corazón siente por Ti. John Henry
Vivir como Resucitados
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«El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la piedra quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: - «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le hablan cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no hablan entendido la Escritura: que él habla de resucitar de entre los muertos» Jn 20, 1-9 Durante el tiempo de c