«Arranca de ti la tristeza, porque ésta es hermana de la duda y la impaciencia... La tristeza es el peor de los espíritus y más que ningún otro corrompe al hombre y consume al Espíritu Santo... La duda y la impaciencia son penosas para el Espíritu Santo. Arranca de ti la tristeza y no entristezcas al Espíritu Santo que mora en ti... porque el Espíritu de Dios que fue infundido en esa carne tuya, no soporta la tristeza ni la angustia. Revístete, pues, de la alegría, que halla siempre gracia de Dios y le es grata. Porque todo hombre alegre obra bien y piensa bien y menosprecia la tristeza. El triste, por el contrario, es en todo malo, primero porque entristece al Espíritu Santo que el fue dado alegre al hombre» HERMAS, El Pastor - Mandamiento décimo, 1-2 (Obra Cristiana del siglo II)
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