Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia Todo lo alcanza; Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta. Eleva el pensamiento, Al cielo sube, Por nada te acongojes, Nada te turbe. A Jesucristo sigue Con pecho grande, Y, venga lo que venga, Nada te espante. ¿Ves la gloria del mundo Es gloria vana; Nada tiene de estable, Todo se pasa. Aspira a lo celeste, Que siempre dura; Fiel y rico en promesas, Dios no se muda. Ámala cual merece Bondad inmensa; Pero no hay amor fino Sin la paciencia. Confianza y fe viva Mantenga el alma, Que quien cree y espera Todo lo alcanza. Del infierno acosado Aunque se viere, Burlará sus furores Quien a Dios tiene. Vénganle desamparos, Cruces, desgracias; Siendo Dios su tesoro, Nada le falta. Id, pues, bienes del mundo; Id, dichas vanas; Aunque todo lo pierda, Sólo Dios basta. SANTA TERESA DE JESÚS
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Mostrando entradas de septiembre 14, 2014
Entrevista a J. A. Pagola - Cinco palabras de Jesús para una sociedad he...
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Siento la voz divina de tu boca, acariciar mi oído tiernamente, tu aliento embriagarme, y en mi frente la mano que ilumina cuanto toca. Mi antiguo corazón de amarga roca ha brotado divina, oculta fuente, y una armonía dulce y sorprendente a su celeste amor, fiel me convoca. La soledad, la noche en que vivía, el hondo desamparo y desconsuelo, la triste esclavitud que me perdía, son ahora, presencia, luz sin velo, son amor, son verdad, son alegría, ¡son libertad en Ti, Señor, son cielo! Bartolomé Llorens
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El Amor de Dios es incondicional. A tal punto lo es, que jamás lo podemos perder, ni siquiera por nuestras malas obras. Cuesta entenderlo, cuesta aceptarlo. Los hombres tenemos amores más mezquinos, más limitados. Nos damos a medias… El de Dios es un amor inmenso e inagotable, que no tiene gestación porque es desde siempre y para siempre. Un amor eterno, perenne, constante. Lo maravilloso de este gran Amor es que nos acepta como somos, no como creemos que deberíamos ser. Podemos cerrarle las puertas y las ventanas pero permanecerá a la vera del camino, como un mendigo, como un pordiosero buscándonos, deseoso de que lo reconozcamos y de que no nos apartemos nunca de Él. Muchas veces cuando las tormentas arrecian dudamos de este Amor. Creemos que ha desaparecido, que nos ha abandonado…sin embargo permanece más firme que nunca, cual una roca inamovible. El Evangelista Juan nos dice: “Vean qué amor singular nos ha dado el Padre: que no solamente nos llamamos hijos de Dios, sin
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Las personas gozosas no necesitan contar chistes, reírse a carcajadas, ni siquiera sonreírse. No son necesariamente personas con una visión optimista de la vista, capaces de relativizar siempre la seriedad de un momento o de un hecho. No, l as personas gozosas ven con los ojos abiertos la dura realidad de la existencia humana, pero no se sienten prisioneras de ella. No se hacen ilusiones acerca de los poderes del mal que rondan a nuestro alrededor <<buscando a quien devorar>> (1 Pe 5, 8), pero también saben que la muerte no es el final de todo. Sufren con los que sufren, pero no se quedan anclados en el sufrimiento. Apuntan, por encima de esa realidad, hacia un gozo eterno. Henri J. M. Nouwen
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Cuentan de un jesuita que solía subir solo a la montaña para escuchar el silencio. Pero de vez en cuando le gustaba hacer cima con algún compañero. Y cuando llegaba arriba, miraba al horizonte. Hacía un momento de silencio, cogía aire y, con lágrimas en los ojos, le pasaba suavemente la mano por encima del hombro. Con un hilo de voz se le escuchaba decir: “Y todo esto Dios lo ha creado por ti”. Pues sí. Hay gente que tiene una sensibilidad especial para escuchar las entrañas de la creación y ver en ellas la mano tierna de Dios. Ese Dios que, para Ignacio, “trabaja y labora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de la tierra […], así como en los cielos, elementos, plantas, frutos, ganados, etc.” (Ejercicios Espirituales, 236). Y en ti, ¿dónde puedes dejar trabajar a Dios? De: Espiritualidad Ignaciana
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Aquello que pesa más de todas las cosas es la falta de amor. Pesa no recibir una sonrisa, no ser recibidos. Pesan ciertos silencios. A veces, también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor, el esfuerzo se hace más pesado, intolerable. Francisco. Encuentro de Familias en Roma en octubre del 2013
«Las cruces que construimos»
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« En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él ». Jn 3, 13-17 En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el coraz