"¿Cómo puede decir Jesús que son felices los pobres, los que lloran, los perseguidos, los desprestigiados..., cuando el sentido común califica de felices a los millonarios, a los que ríen, a los que disfrutan de prestigio y libertad? Se sobrentiende que si alguien no tiene dinero, libertad, prestigio, etcétera, pero tiene a Dios, entonces lo tiene todo, bienaventurado, plenitud de bien porque 'a quien tiene a Dios, nada le falta'. Estas cosas, entendidas intelectualmente, resultan insostenibles y hasta absurdas. Pero ¿qué sabe la cabeza? Sólo se sabe lo que se experimenta. Para entender el Evangelio, hay que vivirlo. Para entender a Dios, hay que 'vivirlo'. Sí, las cosas de Dios sólo se entienden viviendo, y es entonces cuando dejan de ser paradojas. Nunca la gente de la sociedad de consumo había tenido tantas satisfacciones como hoy, y nunca, sin embargo, se sintió tan insatisfecha. Si santa Teresa dice que 'quien a Dios tiene, nada le falta', cualq
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Mostrando entradas de noviembre 10, 2013
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"Carlos Garibay tiene 43 años, es abogado y padre de cinco hijos y da su testimonio de los días de inundaciones de Santa Fe: “Yo le tenía miedo a la oscuridad, hasta que las noches se hicieron largas y sin luz...Yo le tenía miedo a los muertos, hasta que tuve que dormir en el cementerio...Yo sentía rechazo por los rosarinos y porteños, hasta que me dieron abrigo y alimento....Yo lucía vanidoso mi pullover nuevo, hasta que se lo di a un niño con hipotermia.... Yo elegía cuidadosamente mi comida, hasta que tuve hambre....Yo desconfiaba de la tez cobriza, hasta que un brazo fuerte me sacó del agua...Yo creía haber visto muchas cosas, hasta que vi a mi pueblo deambulando sin rumbo por las calles. Yo no quería al perro de mi vecino hasta que aquella noche lo sentí llorar hasta ahogarse...Yo no me acordaba de los ancianos hasta que tuve que participar de los rescates....Yo no sabía cocinar, hasta que tuve frente a mi una olla con arroz y niños con hambre...Yo creía que mi casa era má
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Es bien conocido el adagio del oráculo de Delfos grabado en la fachada del templo, «Conócete a ti mismo». Y esto puede tener una doble interpretación. La primera es que para entrar en relación con la divinidad es menester conocerse a uno mismo. Y la segunda, que para conocerse a uno mismo necesitamos la asistencia de Dios. Pero, ¿de qué sirve conocerse a uno mismo y qué relación tiene ello con conocer a Dios? El conocimiento verdadero de uno mismo puede resultar duro, sobre todo cuando ello implica mirar de frente la propia realidad, oculta a veces detrás de la fachada de “todo está bien”. ¡Por supuesto que hacer esto no significa creer que “todo está mal”!, pero necesitamos hacer un “alto” para preguntarnos a nosotros mismos, y sin ánimo de justificarnos ni de castigarnos, si realmente el curso de nuestra vida va bien. Creo que lo que más nos cuesta en ocasiones es reconocer los errores para enmendarlos, siendo que en ello radica en gran parte el crecimiento personal. Nuestra relac
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Padre bueno, Creador de todas las cosas. Acuérdate de tu acto creador especialmente de los seres humanos, que los has hecho a tu imagen y semejanza. Acuérdate oh Padre bueno, que tu Hijo ha dado la vida por ellos. Vuelve tus ojos misericordiosos a los que tanto has amado. Oye nuestra súplica en favor de todos los que sufren por diferentes causas y la vida los tiene humillados. Olvida todo mal nuestro. Atráenos a todos hacia Ti. Que la Luz de tu Hijo Jesús nos purifique, que su gloria resplandezca y en Él y por Él devuélvenos la inocencia de tu acto creador, para que cantemos y dancemos de alegría como hijos tuyos, hermanos todos. San Francisco Javier
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¡Oh, Dios! Envíanos locos, de los que se comprometen a fondo, de los que se olvidan de sí mismos, de los que aman con algo más que con palabras, de los que entregan su vida de verdad y hasta el fin. Danos locos, chiflados, apasionados, hombres capaces de dar el salto hacia la inseguridad, hacia la incertidumbre sorprendente de la pobreza; danos locos, que acepten diluirse en la masa sin pretensiones de erigirse un escabel, que no utilicen su superioridad en su provecho. Danos locos, locos del presente, enamorados de una forma de vida sencilla, liberadores eficientes del proletariado, amantes de la paz, puros de conciencia, resueltos a nunca traicionar, capaces de aceptar cualquier tarea, de acudir donde sea, libres y obedientes, espontáneos y tenaces, dulces y fuertes. Danos locos, Señor, danos locos. L.J. Lebret
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Jesús, manso y humilde de corazón, Tú visitas a todo ser humano para revelarle el amor del Padre. Jesús, bondad sin medida, Tú liberas a los cautivos, Tú perdonas nuestras faltas. Jesús, nuestro descanso y nuestro refugio, tu yugo es suave y tu carga ligera. Jesús, enviado del Padre, Tú sanas nuestra ceguera. Jesús, pan vivo, Tú alimentas nuestro corazón con tu palabra. Jesús, Tú has venido para encender un fuego en la tierra. Jesús resucitado, Tú nos haces partícipes de tu alegría. Jesús, Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Roger de Taizé
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No te cansas de mí, aunque a ratos ni yo mismo me soporto. No te rindes, aunque tanto me alejo, te ignoro, me pierdo. No desistes, que yo soy necio, pero tú eres tenaz. No te desentiendes de mí, porque tu amor puede más que los motivos Tenme paciencia, tú que no desesperas, que al creer en mí me abres los ojos y las alas… José María R. Olaizola sj
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Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio y lo guardaré conmigo. Y esperaré quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi cabeza. Vendrá sin duda la mañana y se desvanecerá la sombra. Y tu voz se derramará por todo el cielo en arroyos de oro. Y tus palabras volarán cantando de cada uno de mis nidos. Y tus melodías estallarán en flores por mis profusas enramadas. R. Tagore
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La fe no es un remedio milagroso con el cual uno pueda sanar cualquier enfermedad. No podemos decir:'Sólo necesito creer con todas mis fuerzas y entonces, sanaré' o 'sólo necesito creer en la sanación de mi amigo y entonces, sanará'. La fe es la condición para que la sanación pueda verificarse. Pero al apoyarnos en la fe, dejamos en manos de Dios el sanar o no. Confiamos en que Dios pueda sanar toda enfermedad. Y con mucha frecuencia sucede el milagro de sanación. Existen suficientes informes al respecto. Pero no podemos obligar al milagro. En la actualidad está inclusive científicamente comprobado que la fe es una buena condición para poder curar las enfermedades. Pero precisamente no es un ardid que podemos aplicar siempre que queramos. La fe es mucho más: es desprenderse de los propios deseos y entregarse uno mismo y el enfermo a Dios. Siempre es voluntad de Dios que alguien sea sanado o no. Anselm Grün
Francisco pide oraciones por las víctimas del tifón Haiyan en Filipinas y envía un mensaje al presidente del archipiélago
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