La bondad no es una simpatía superficial, no es la sensibilidad afectuosa: es la intuición de la situación de otro, de su necesidad, de su llamamiento, de su corazón, de su drama íntimo; porque lo amo, porque entro en comunión con él, con su sufrimiento, y hago confianza a la capacidad de superación que en él existe. La bondad no es un sentimiento dulzarrón, sino un sentimiento fuerte. El que ama quiere el bien de quien ama. Por eso debe a veces mostrarse duro. San Alberto Hurtado
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Mostrando entradas de mayo 5, 2013
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Magnificat Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: Su nombre es santo, y Su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a su pueblo acordándose de la misericordia ?como lo había prometido a nuestros padres? en favor de Abraham y su descendencia por siempre. (Lucas 1, 46-55)
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A veces pretendemos conseguir algo sin importarnos demasiado los sentimientos del otro. Y este tipo de situaciones la vivimos a diario. En la familia, en el trabajo, con los amigos, en la pareja. Pedimos, pedimos, pedimos… a veces caprichosa o egoístamente sin tener en cuenta que aquel que recibe mi pedido no siempre está en condiciones de responder ante mi requerimiento o simplemente no quiere darlo. ¡Cómo cuesta aceptar un “no” como respuesta! P. Javier Rojas sj
Papa Francisco declarará 802 nuevos santos el 12 de mayo
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Porque después de todo, como lo queramos expresar, todos somos desde el nacimiento hasta la muerte invitados a una mesa que no servimos. El sol, la tierra, el amor, los amigos, nuestro propio aliento son partes del banquete…. Deberíamos pensar acerca del día como una oportunidad para conocer a nuestro anfitrión, y conocer algo acerca de él que nos ha alimentado todo este tiempo. Rebecca Harding Davis
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Dejémonos guiar, dejémonos guiar por el Espíritu Santo. Dejemos que Él nos hable al corazón y nos diga esto: que Dios es amor, que Él nos espera siempre, que Él es el Padre y nos ama como verdadero papá; nos ama verdaderamente. Y esto solo lo dice el Espíritu Santo al corazón. Sintamos al Espíritu Santo, escuchemos al Espíritu Santo y vayamos adelante por este camino del amor, de la misericordia, del perdón. Papa Francisco
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La felicidad relaja. Nos eleva a un plano superior, por eso se nos antoja ligera. Ha dejado atrás lo que oprimía y ataba. Nos exige algo. Es un logro. Y nunca es personal. Contagia, se abre, hace a los demás partícipes de lo que ha ganado. La felicidad es liberadora. La felicidad puede aprenderse. Bert Hellinger.
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Todos podemos imaginar que si tuviéramos más dinero, más influencia y más poder, seríamos capaces de enderezar el curso de las cosas y tener más felicidad. Esta tentación me resulta muy familiar, porque muchas veces la siento en mí mismo tanto como en mis propias comunidades. A veces es más fácil para mí aceptar la experiencia de ser reconocido por un libro que escribí o una charla que di, que simplemente sentarme, pobre y humildemente, y compartir mi vida tiernamente con mis hermanos del Arca. El mensaje de Jesús es claro: permanecer cerca de la gente, especialmente de aquellos que están solos, débiles y necesitados; ser su amigo, su hermana, su hermano. Tal vez no podemos vivir todos con los carenciados de nuestra ciudad o con lo más oprimidos, pero podemos entablar una amistad con alguien débil, una señora mayor que padece el Mal de Alzheimer o un muchacho enfermo de Sida. Jean Vanier
«El amor que sana y el amor que enferma»
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« Respondió Jesús y le dijo: --Si alguno me ama, mi palabra guardará. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos nuestra morada con él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me envió. Estas cosas os he hablado mientras todavía estoy con vosotros. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas y os hará recordar todo lo que yo os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy. No como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. Oísteis que yo os dije: “Voy y vuelvo a vosotros.” Si me amarais, os gozaríais de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Ahora os lo he dicho antes que suceda, para que cuando suceda, creáis.» Jn. 14, 23-29 Si nos hiciéramos la pregunta sobre qué sana y qué enferma a los hombres de hoy, seguramente que responderíamos haciendo alusión a algunas de las enfermedades de las que aún no