No podemos separar el sacramento del pan y del vino del sacramento del amor al prójimo. Jesús lavó los
pies de sus discípulos la noche antes de su muerte, y de este modo nos enseñó a
mantenernos siempre unidos entre hermanos sirviéndonos los unos a los otros.
No siempre lo hacemos (de hecho el mundo sería otro si nos
amáramos los unos a los otros), y así le fallamos infinidad de veces a Él y a
su mandato de amor. Cómo nos cuesta entender que no podemos amar a Dios a quién
no vemos si no amamos al prójimo al que sí vemos!
Señor que en este Jueves Santo tus enseñanzas se impriman con
fuerzas en nuestros corazones, y estemos dispuestos en todo a “Amar y Servir”.
@Ale.
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