Ignacio fue, básicamente, un hombre solitario. La pasión que mostró una vez por la vida eremítica no fue una moda pasajera. Era una persona con capacidad para vivir solo. En lo más profundo de su alma buscaba la soledad, una soledad que brotaba de su naturaleza y por esas zonas profundas de nuestro ser en las que se acumula la tristeza. ¿De qué otra manera podría haber sido aquel niño que había nacido y crecido en un lugar aislado como es la casa-torre, separada cautelosamente de las dos poblaciones cercanas, Azpeitia y Azkoitia, y si no fuera suficiente, en una casa rodeada por un denso bosque? ‘Completamente rodeada de un bosque y de árboles frutales de distinto tipo, tan denso, que casi no se veía la casa hasta que no se estaba en la puerta…’ Iñigo nació y vivió en un mundo aislado de la cultura urbana: separado tanto por el espacio físico como por la distancia que sus antepasados había impuesto respecto al mundo exterior...
Hedwing Lewis sj
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