Él ( Ignacio) comenzó a buscar a Dios según su capacidad y voluntad pero también con el corazón. Permanecerá bien entrada la noche contemplando las estrellas, dejando a sus ojos vagar por entre las formas brillantes, el trabajo de Dios… Sumirada irá pasando de estrella a estrella, de una brillante constelación a otra todavía más brillante, sumergiéndose así en la profundidad del cosmos se emocionaba contemplando las líneas que un día la mano de Dios había trazado en el cielo. Por primera vez el firmamento se le presentaba como un inmenso acto de amor, y pensaba en el divino sembrador que había repartido esos misteriosos puntos de luz en el cielo como la mano del hombre expande las semillas sobre el campo. La idea de Dios creador y fuente de consuelo debió ser una gran fuente de consolación para él, comprometido como estaba en una dolorosa y complicada transformación de sí mismo.
Hedwig Lewis, S.J.

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