Los estudiosos de San Ignacio coinciden en afirmar que
"buscar la mayor gloria de Dios en todo" fue el objetivo último que
gobernó la vida del santo y el único fin hacia el cual todas sus acciones se
ordenaron. A manera de confirmación, su compañero Pedro de Ribadeneira escribe:
"éste fue su blasón siempre, y como el ánima y vida de todas sus obras: a
mayor gloria divina". Sin embargo, cuando uno se acerca a San Ignacio a
través de sus escritos y del testimonio de los que lo conocieron, no puede
dejar de notar otro objetivo que parece tan importante como la mayor gloria de
Dios; a veces, incluso, aparece como el único objetivo a buscar en la vida. Se
trata de "la salvación del alma".
Gerardo Aste, S. J
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