Es verdad que queremos vivir felices y que no deseamos tener
problemas. También es cierto que imaginamos una vida en paz y que podamos
cumplir nuestros sueños, pero negar que tenemos problemas es uno de los más grande
y peligrosos. Muchas personas niegan tener dificultades cuando en realidad son
muy evidentes. Incluso llegan a decir “no es nada” con el fin de no alterar la
paz fingida que han sabido construir. Justifican de muchas maneras los errores
de los demás y los propios, con tal de no hacer frente a esas situaciones. La
única manera de resolver un problema es aceptar que existe. Y sólo cuando
podemos situarnos frente a ellos con
libertad es cuando en realidad se libera toda nuestra potencialidad y capacidad
para resolver conflictos. Los problemas o situaciones límites generan
creatividad e ingenio, sólo tienes que confíar en la sabiduría que anida en ti.
Las personas que creen que son incapaces de resolver problemas, en realidad, no
se conocen a sí mismas, ni han experimentado la fuerza de la oración. El
Espíritu de Dios nos asiste, nos cuida, nos alienta y acompaña. Cuando te
encuentres en una dificultad no niegues que estás ante un problema, ábrete a la
acción de Dios por medio de la oración y encontrarás la paz verdadera y el
medio más adecuado para resolverlo.
P. Javier Rojas sj
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