Cuando decidas alcanzar una meta o cuando te pongas en marcha hacia algún lugar, ten presente que no basta con haber identificado tu destino. Necesitarás del discernimiento continuo y de una atención vigilante para no perder el rumbo. Además necesitarás flexibilidad interna para saber saltear los obstáculos y una gran capacidad para asimilar los fracasos. Muchas personas no logran sus cometidos porque no han sabido elegir el medio más adecuado. Se aferran a esquemas establecidos por miedo a lo que no pueden controlar y pierden la capacidad para descubrir la voz del Espíritu de Dios que puede estar indicándolo un camino distinto al que ellos concibieron en sus mentes. Pero sobre todo, muchos no llegan nunca a lograr sus proyectos porque huyen del fracaso como de la peste. No se abren a descubrir la sabiduría que existe en ellos. Cuando fracasas aprendes que el medio que escogiste para alcanzar tu cometido no era el correcto ¿Qué hay de malo en comprobar que el camino “no es por ahí”?. Ponte en marcha hacia lo que quieres, pero no te cierres a la voz de Dios. Deja que sea el Espíritu quien te revele el camino y que te descubra lo que realmente anhelas en lo profundo de tu corazón.  

P. Javier Rojas, SJ

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