"Un elemento clave en las personas espirituales es el saberse conducidos por la mano providente del mismo Dios: conducidos suavemente por un Maestro interior que se muestra tanto o más en los acontecimientos de la vida que en la experiencia de oración. La práctica del examen, como oración de la vida, da muy bien cuenta de ello. Dios se comunica no solamente mediante las mociones más o menos claras de la oración, sino que se descubre activo y laborante en todas las cosas que nos suceden a lo largo del día. En términos ignacianos el despertar de esa “sensibilidad espiritual” tiene sus climas y sus motivos. Pero siempre se experimenta como un saberse introducido “misteriosamente” en el diálogo amoroso de las divinas personas: un sentirse atraído a la misma vida de Dios."
Xavier Quinzà Lleó, sj
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