¿Cómo es posible que
haya todavía quien se muera de hambre; quien está condenado al analfabetismo;
quien carece de la atención médica más elemental; quien no tiene techo donde
cobijarse?... ¿Podemos quedar al margen de los problemas de la paz, amenazada a
menudo con la pesadilla de guerras catastróficas? ¿O frente al vilipendio de
los derechos humanos fundamentales de tantas personas, especialmente de los
niños? Muchas son las urgencias ante las cuales el espíritu cristiano no puede
permanecer insensible.
Juan Pablo II
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