En el <Principio y Fundamento> (EE 23), especie de prólogo al proceso de los Ejercicios, Ignacio recuerda de inmediato el propósito de nuestra existencia, que es Dios y su servicio. Todas las realidades de esta tierra pueden ser ayudas u obstáculos con vistas al fin; de ahí la necesidad de hacernos <indiferentes>, es decir, libres interiormente ante toda cosa creada, <solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados>. <Hacernos indiferentes> porque no lo somos espontáneamente ni naturalmente. Es preciso que nos liberemos de todas nuestras afecciones desordenadas, que estemos dispuestos a desprendernos de nuestros proyectos para acoger el de Dios. Si no se realiza esta tarea de liberación interior, la decisión no se tomará de manera debida, porque las cosas estarán <retorcidas> de entrada. Solo realizaremos lo que pensamos que Dios quiere, no lo que efectivamente quiere.
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