Déjame fundir mi historia en tu Corazón
con toda su carga de debilidad,
y entregar a tu misericordia lo que tu amor dejó atrás.
Déjame fundir mis ojos en tu Corazón
hasta mirar reconciliado mi propia realidad.
Déjame fundir mis oídos en tu Corazón
hasta escuchar lo que jamás imaginaron
que podías y querías pronunciar:
“Yo te perdono; quédate en paz”.
Déjame fundir mi boca en tu Corazón
hasta aprender en el silencio a decir: “abbá”.
Déjame fundir mi rostro en tu Corazón,
hasta encontrar hecho niño el asombro,
con que un día me acercaba hasta tu altar.
Y si ves que a las puertas de fundirme,
mi miedo me detiene y te dice: “¡Basta ya!”,
que tu mano en mi cabeza, me responda:
“Tan sólo, déjate amar”.
Javier Albisu sj
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