«Siete maneras de expresar el amor»
« Al anochecer de
aquel día, el primero de la semana, y estando las puertas cerradas en el lugar
donde los discípulos se reunían por miedo a los judíos, Jesús entró, se puso en
medio de ellos y les dijo: "¡Paz a vosotros!" Habiendo dicho esto, les mostró las manos y el
costado. Los discípulos se regocijaron cuando vieron al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: "¡Paz a
vosotros! Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío a
vosotros." Habiendo dicho esto, sopló y les dijo:
"Recibid el Espíritu Santo. A los
que remitáis los pecados, les han sido remitidos; y a quienes se los retengáis,
les han sido retenidos."»
Jn 20, 19-23
Recibir el Espíritu
Santo prometido no es otra cosa que recibir el amor de Dios manifestado ya en
Jesucristo. Ese amor pleno de gozo, que viene de Dios en su Espíritu, se
manifiesta en los hombres de muy diversas maneras, y en cada uno busca desarrollar
ese amor que recibimos en el bautismo.
San Pablo en la primera carta a los corintios en el capítulo
13, habla de las características de ese amor y de sus diversas manifestaciones.
Pues de alguna manera los siete dones del Espíritu son siete maneras diversas
de la manifestación de un único amor de Dios.
¿Qué manifestación de
amor necesitas desarrollar más en ti en este momento de tu vida?. ¿Te lo has
preguntado?
El amor sabio; es el que nos permite saborear y gustar
“internamente” de esos momentos que no tienen nada de “inteligente” sino que
son simplemente expresión del corazón. ¡Vivimos tantas cosas y cuán poco
disfrutamos verdaderamente de ellas! Sabiduría viene de sabor y no de saber,
por ello el amor sabio es aquel que comprende y vivencia las cosas desde el
corazón. Amar sabiamente es descubrir y valorar en el otro aquello que para él
o ella es importante. Es rescatar del otro aquello que le produce bienestar y
gozo y saber potenciarlo. El amor es sabio cuando aprendemos a saborear lo que
se tiene sin lamentar la ausencia de lo que espero. El amor sabio, dedica
tiempo a estar con los hijos “sin hacer nada”, disfruta con un amigo de un café
hablando “de la vida”, comparte con la persona amada momentos de “sobremesa”.
El amor comprensivo; es el amor que entiende. Es esa dimensión
del corazón que permite considerar y penetrar la belleza de las cosas que vive
el otro y es capaz de valorar y apreciar. El amor comprensivo, no es solo
“dejar que las cosas sucedan”, sino que es involucrase y comprender la
experiencia vital del otro. El amor comprensivo es bondadoso y paciente. El
amor comprensivo no mide ni regula al otro desde sus propias perspectivas, sino
que sabe esperar los tiempos y los momentos. Ser comprensivo con los demás es
haber fundado el amor en la esperanza de que el bien que habita en los otros se
manifestará a su debido tiempo. El amor es comprensivo cuando no impone una
manera de amar sino que busca que el amor sea comprensible para el otro.
El amor atento; El don del consejo es esa capacidad que
tiene el amor de saber enfrentar las situaciones difíciles de la vida, con
serenidad. El amor que desarrolla el don del consejo sabe entender y “ponerse
en el lugar del otro”. No recita fórmulas ni expende recetas, sino que se
compromete con los sentimientos del otro y se vuelve compasivo. Ser atentos en
el amor es haber desarrollado la capacidad de sentir con el otro y de
involucrarse con la vivencia afectiva del otro sin perder la objetividad. Amar
y estar atento es con-sentir con la persona a la que se ama. El amor es atento
cuando acompaña en silencio el dolor del otro, y sabe esbozar una sonrisa con
las logros de los demás. El amor atento tiene delicadezas y no teme expresar el
amor.
El amor que soporta; Este don del espíritu hace que el amor
se manifieste como fortaleza. Y la fortaleza es esa capacidad que tiene el amor
de alentar y animar a la persona que se ama a desarrollar sus capacidades y
talentos personales. El amor que soporta, es aquel que brinda apoyo, que
sostiene y fortalece sin quebrarse. Un amor es fuerte porque ha desarrollado la
capacidad de proteger. No porque resiste los golpes sin romperse. Amar es
cubrir al otro en su debilidad y protegerlo en su fragilidad. El amor que
soporta sabe sostener al caído, pero también empuja y alienta para que siga
adelante. Soportar es también acompañar en todo momento el proceso vital de los
demás. El que ama soportando es aquel que ha tomado en serio el mandamiento del
amor al prójimo.
El amor que conoce; es el que ha descubierto el sentido de
la vida y el valor de los esencial. El amor nos hacer reconocer lo fundamental,
lo que no puede faltar. Aquello por lo que se “vende” todo para comprar la
perla escondida. El conocimiento que brota del amor es el que ha descubierto lo
superfluo y perecedero de esta vida y por ello se embarca en cultivar lo que es
eterno y permanece siempre. El amor que conoce es el que brinda claridad para
elegir, el que orienta la búsqueda de lo que es más importante. El amor que
conoce es desapegado, no le interesa acumular ni amontonar riquezas donde la
“polilla” y el “herrumbre” lo puedan destruir (Mt 6, 20).
El amor sensible; es el que sabe sorprenderse. El que guarda
esa capacidad tan apreciable en los niños cuando descubren algo nuevo. Es el
amor que exulta de gozo ante la inmensidad de la generosidad de los demás. El
don de la piedad engendra en nosotros el deseo de cercanía a Dios. Es el amor
que nos habla de impulsa a cobijarnos en el corazón de Dios reconociendo
nuestra pequeñez y su grandeza. La propia fragilidad y el poder de Dios. El
amor sensible nos permite contemplar a los demás desde el corazón de Dios. Nos
impulsa a la caridad y nos vuelve solidarios ante el dolor del prójimo. Nos
despierta el anhelo de justicia para aquellos que son injustamente tratados, y
se encuentran desplazados por un mundo que no quiere ni acepta al más débil y
pobre. El amor sensible es piadoso. No sólo
juntas sus manos para orar sino que
también las separa para tenderlas al que más lo necesita.
El amor respetuoso; es el que reconoce en los demás y en la
creación la manifestación de Dios. Es el amor que contempla el mundo y reconoce
al Autor de la vida. El amor respetuoso trata a los demás con la dignidad que
se merecen. Sabe que todo lo que se realiza “por los más pequeños” es a Dios
mismo a quien lo hace. El amor, cuando es respetuoso, no sólo conoce los
propios límites, sino que también reconoce el derecho de los demás. Quién ama
respetuosamente no trata a los demás como objetos sino con la dignidad de ser hijo de Dios. El
amor respetuoso es cuidadoso con la obra de Dios.
En cada uno de nosotros, el Espíritu Santo cultiva el amor
que Dios ha derramado con gozo en nuestros corazones.
¿Cuál de estas siete
manifestaciones del amor de Dios estás necesitando cultivar más?
P. Javier Rojas sj
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