El Misterio al que llamamos Dios es exactamente eso: misterio; pero no en el sentido de una persona desconocida a la que podemos llegar a conocer -es decir, un extraño-, sino en el sentido de que Dios es demasiado rico, demasiado profundo y demasiado misericordioso para ser conocido y es, por consiguiente, Dios.


William A. Barry
William J. Connally (La práctica de la dirección espiritual)

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