Como Iglesia, somos un cuerpo que nos arraiga en una experiencia espiritual común. Y desde ese cuerpo nos sabemos deudores unos de otros, unas de otras. El cuidado fraterno, la atención respetuosa a los demás, nos hacen sabernos convocados a una familia que nos vincula y nos hace sabernos hijos e hijas, hermanos y hermanas queridos y cuidados. Perseguimos cultivar el amor atento, el que permanece, el que no se cansa...
Xavier Quinzà Lleó, sj
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