Ser libre es caro y
muchas veces doloroso y esa es la razón por la que muchas veces elegimos una
cómoda esclavitud frente a una costosa libertad. Caro, porque supone dejar
aquellas cosas que atesoramos en el corazón y es sorprendente lo que cada uno
de nosotros puede llegar a mezquinar como un tesoro: resentimiento, heridas,
faltas de perdón, ofensas, fracasos, etc. Y doloroso, porque muchas veces
tenemos que vernos cara a cara con nuestro propio orgullo, soberbia o vanidad,
que no nos deja soltar aquello que hemos cuidado y cultivado con tanto ahínco.
P. Javier Rojas sj
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