El criticón -el que se
pasa la vida hablando mal de los demás- lo hace porque no es feliz y proyecta
su amargura sobre el criticado. Lo que realmente no le gusta es su propio corazón.
Y todo su desencanto por sí mismo lo vuelca en cuanto mira. Si una jarra llena
de vinagre rebosa, rebosar vinagre… Al criticón le disgusta el mundo que le
rodea y el que tiene dentro. Pero,
como es demasiado orgulloso para reconocer que él tiene parte de culpa de ese
mundo molesto, necesita inventarse culpables, y los encuentra en todos los que
le rodean. (José Luis Martín Descalzo)
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