Tu vida se veía destruida,
pero tú alcanzabas la plenitud.
Aparecías clavado como un esclavo,
Pero llegabas a toda la libertad.
Habías sido reducido al silencio,
pero eras la palabra
más grande del amor.
La muerte exhibía su victoria,
pero la derrotabas para todos.
El reino parecía desangrarse contigo,
pero lo edificabas
con entrega absoluta.
Creían los jefes
que te habían quitado todo,
pero tú te entregabas
para la vida de todos.
Morías como un
abandonado por el Padre,
pero él te acogía
en un abrazo sin distancias.
Desaparecías
para siempre en el sepulcro,
pero estrenabas
una presencia universal.
¿No es sólo apariencia de fracaso
la muerte del que se entrega a tu designio?
¿No somos más radicalmente libres,
cuando nos abandonamos en tu proyecto?
¿No está más cerca nuestra plenitud,
cuando vamos siendo despojados en tu misterio?
¿No es la alegría tu última palabra,
en medio de las cruces de los justos?

Benjamín González Buelta

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