Contemplar a Dios
Día 16
Con Jesús por la mañana. “Yo no vine por mi propia cuenta” (Jn
7, 1-2. 10. 25-30). “La mejor motivación para decidirse a comunicar el
Evangelio es contemplarlo con amor, es detenerse en sus páginas y leerlo con el
corazón” (Papa Francisco). Contemplar el Evangelio es leerlo, meternos y
participar de la escena como si presente nos hallásemos. Contemplar el
Evangelio es estar con Jesús para que se nos “pegue” su estilo y así, descubrir
Su presencia en la realidad cotidiana. Dedica un rato a contemplar el evangelio
de hoy y descubre a Dios en tu día. Ofrece tu día por la intención del
Papa.
Con Jesús por la tarde. Primero Dios. El Reino de Jesucristo saca su fuerza y
su hermosura de la caridad divina: su fundamento es amar y su excelencia es
amar santa y ordenadamente. De donde se sigue, necesariamente: cumplir íntegramente
los propios deberes, no violar los derechos ajenos, considerar los bienes
naturales como inferiores a los sobrenaturales y anteponer el amor de Dios a
todas las cosas. (Haurietis Aquas). Repite en tu interior: “Señor, dame la
gracia de caminar con sabiduría”.
Con Jesús por la noche. Un corazón
herido. Recoge el día.
Agradece las grandes o pequeñas gracias que Dios te ha regalado, una
conversación, una sorpresa, una compañía. Toma conciencia de los momentos
dolorosos o tristes del día. ¿Heriste a alguien hoy? Solemos lastimar a quienes
amamos. ¿Cómo podrías reparar el daño ocasionado? Proponte para mañana tener un
gesto de amor con quien hoy viviste un mal rato.
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